Pues ya estamos de vuelta. La verdad es que llegué ayer, pero estaba 
demasiado cansado como para ponerme a escribir, y más todavía para 
pensar que es escribir. Así que como dice el gran gurú de los blogs, Enrique Dans, he estado en modo no-blogging.
¿Qué
 decir de Roma? Pues que es una ciudad peculiar. Espectacular en los 
monumentos y en las zonas históricas. Sucia, fea y oscura en el resto. 
Ciudad de contrastes. Y con una iglesia por cada 2 habitantes más o 
menos.
Espectacular la Fontana de Trevi, el Panteón, la Plaza de España (por eso del nombre). No me cansaría de verlos. En cambio el Coliseo
 me decepcionó. El estado en el que se encuentra es bastante pésimo, y 
el Palatino y Foro me parecieron un montón de piedras (con historia eso 
sí) muy bien colocadas. Por supuesto, para ver el Coliseo, Palatino y 
Foro hay que pasar por caja: 11€.
Capítulo a parte merece la 
Ciudad del Vaticano. Cuesta trabajo imaginar como un país tan pequeño 
puede albergar tanta grandiosidad. Todo está hecho a lo grande. La Basílica de San Pedro
 se alza hacia el cielo en todo su esplendor y cuesta creer que dentro 
se predique la pobreza. Pero esto es otro tema. La belleza es 
indiscutible, y a cualquiera que vaya le recomiendo que no deje de subir
 a la cúpula (previo paso por caja). Las vistas son simplemente espectaculares.
No
 puedo dejar de comentar la forma de conducir de los romanos. ¡¡¡El 
caos!!! Allí no se respetan las líneas de las carreteras (aunque tampoco
 las pintan), un semáforo en rojo significa "si no viene nadie, pasa, 
¿para qué vas a parar?". Es conveniente llevar de copiloto a Luis Moya. 
¡¡¡A raaaaaaaaaas, frenada larga, Coliseo al fondo, cuidado con el 
turista, izquierda hindú vendiendo rosas, ojo nieve, cuidao fuente, 
izquierda iglesiaaaaaaaaa!!! Aún me estoy preguntado como en una 
carretera de doble sentido, mientras adelantaba a un autobús, me 
adelantaron a mi también... Un triple adelantamiento en una carretera 
estrecha de doble sentido. Que cracks son los romanos.
Y ahora el
 apartado de las mujeres romanas. ¿Cómo se sabe si una mujer es de la 
ciudad o es una turista? Hay dos condiciones que suelen cumplir, y 
normalmente las dos a la vez. Primera condición: tamaño de la nariz. 
Grandes, prominentes, espectaculares como sus monumentos. ¿Quién no 
recuerda la nariz que tenían los romanos en los comics de Asterix? Pues 
igual igual. Y segunda condición: bordes. Son secas y bordes como ellas 
solas. Al menos las camareras. Y claro, entre la bordería y la nariz 
pues imponen.
No quiero olvidar tampoco la gastronomía. La verdad que la pasta sabe distinta que aquí. Todo buenísmo. ¿Lo mejor? Pizza, helados, y capuccino. Y la tienda Ferrari (que cosas más caras).
De
 todas formas, me quedó la sensación de que no aún me quedaba mucho por 
ver, y que las cosas que había visto merecían verlas con más calma. Así 
que volveré... ¿Alguien se apunta?
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