lunes, 29 de abril de 2013

Desde roma con amor

Pues ya estamos de vuelta. La verdad es que llegué ayer, pero estaba demasiado cansado como para ponerme a escribir, y más todavía para pensar que es escribir. Así que como dice el gran gurú de los blogs, Enrique Dans, he estado en modo no-blogging.
¿Qué decir de Roma? Pues que es una ciudad peculiar. Espectacular en los monumentos y en las zonas históricas. Sucia, fea y oscura en el resto. Ciudad de contrastes. Y con una iglesia por cada 2 habitantes más o menos.

Espectacular la Fontana de Trevi, el Panteón, la Plaza de España (por eso del nombre). No me cansaría de verlos. En cambio el Coliseo me decepcionó. El estado en el que se encuentra es bastante pésimo, y el Palatino y Foro me parecieron un montón de piedras (con historia eso sí) muy bien colocadas. Por supuesto, para ver el Coliseo, Palatino y Foro hay que pasar por caja: 11€.

Capítulo a parte merece la Ciudad del Vaticano. Cuesta trabajo imaginar como un país tan pequeño puede albergar tanta grandiosidad. Todo está hecho a lo grande. La Basílica de San Pedro se alza hacia el cielo en todo su esplendor y cuesta creer que dentro se predique la pobreza. Pero esto es otro tema. La belleza es indiscutible, y a cualquiera que vaya le recomiendo que no deje de subir a la cúpula (previo paso por caja). Las vistas son simplemente espectaculares.

No puedo dejar de comentar la forma de conducir de los romanos. ¡¡¡El caos!!! Allí no se respetan las líneas de las carreteras (aunque tampoco las pintan), un semáforo en rojo significa "si no viene nadie, pasa, ¿para qué vas a parar?". Es conveniente llevar de copiloto a Luis Moya. ¡¡¡A raaaaaaaaaas, frenada larga, Coliseo al fondo, cuidado con el turista, izquierda hindú vendiendo rosas, ojo nieve, cuidao fuente, izquierda iglesiaaaaaaaaa!!! Aún me estoy preguntado como en una carretera de doble sentido, mientras adelantaba a un autobús, me adelantaron a mi también... Un triple adelantamiento en una carretera estrecha de doble sentido. Que cracks son los romanos.

Y ahora el apartado de las mujeres romanas. ¿Cómo se sabe si una mujer es de la ciudad o es una turista? Hay dos condiciones que suelen cumplir, y normalmente las dos a la vez. Primera condición: tamaño de la nariz. Grandes, prominentes, espectaculares como sus monumentos. ¿Quién no recuerda la nariz que tenían los romanos en los comics de Asterix? Pues igual igual. Y segunda condición: bordes. Son secas y bordes como ellas solas. Al menos las camareras. Y claro, entre la bordería y la nariz pues imponen.

No quiero olvidar tampoco la gastronomía. La verdad que la pasta sabe distinta que aquí. Todo buenísmo. ¿Lo mejor? Pizza, helados, y capuccino. Y la tienda Ferrari (que cosas más caras).

De todas formas, me quedó la sensación de que no aún me quedaba mucho por ver, y que las cosas que había visto merecían verlas con más calma. Así que volveré... ¿Alguien se apunta?

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